martes, 13 de septiembre de 2016

SABIDURÍA (2)

1:5 Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios






Nuevamente regresemos para meditar este mismo versículo, pues al inicio notaremos que Santiago insta a toda persona que carece de sabiduría o quizás la tiene, pero necesita que su nivel de sabiduría sea mayor para desempeñarse en algún oficio, cargo o posición que requiera a una persona experimentada. Santiago mismo aclara quien es el dador o la fuente de esa sabiduría: Dios. Nadie más que el puede darnos una sabiduría amplia y sana. En el mundo es fácil encontrar consejos con “atajos” que están muy alejados a los caminos de Dios. Y estos caminos finalmente terminan en un final triste, lleno de temores y de situaciones que no queremos. Hay una frase muy común en nuestro medio que dice “lo barato sale caro” y muchas veces los caminos de Dios son caros; es decir, no es la manera más fácil, pero si es la perfecta porque es el camino de Dios.

Además, la carta de Santiago nos dice que Dios es un Padre amoroso que cuando imparte sabiduría, la hace abundantemente. Muchas personas, e incluso hasta maestros, son celosos y no quiere enseñar o revelar todos sus conocimientos porque son celosos y no quieren que otros sepan más que ellos. Otras personas son más bondadosas y enseñan todo lo que saben, pero quizás su nivel de sabiduría y conocimiento no es suficiente para poder resolver tus problemas. Por eso Santiago anima a todos sus lectores que sea Dios tu primera opción cuando recurras a un consejo y no te sacara en cara nada. No te pondrá limites o condiciones difíciles, no te recriminará porque eres tonto o novato. El conoce nuestras limitaciones humanas porque Él nos creó y nadie mejor que el para entender nuestras capacidades. Con el tendremos garantía de que recibiremos sabiduría y la única condición que expone Santiago es: Que tengas fe absoluta en Dios.
 

No dudes nunca, no cuestiones el poder de Dios y siempre ten tu confianza en sus promesas. Las Escrituras son claras en describir las dudas del ser humano, y las compara a la onda del mar que es inestable, que no tiene decisión propia, sino que se deja llevar por la fuerza del viento y los principios de la gravedad. Algunos físicos explican que la fuerza de la gravedad que ejerce la luna y el sol influye en el movimiento de las olas. Otros estudiosos alegan que las corrientes marinas también se ven afectadas por el magnetismo de la tierra, pero al margen de las distintas teorías que existan para explicar este fenómeno, debemos afirmar que Santiago tampoco trata de dar una explicación científica al respecto. Solo usa a las olas marinas y al viento metafóricamente para decirte que, si existen dudas en tu corazón, entonces nunca llegaras a tu meta. Nunca obtendrás la sabiduría que tanto anhelas, porque sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6)

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